En el caso de la guerra en el mar, los alemanes, como en la Primera Gran Guerra, hicieron uso intensivo de los
submarinos, pero el éxito de sus
U-Boote quedó
aminorado por el empleo de las
minas submarinas,
cargas de profundidad y el agrupamiento de los buques aliados en
convoyes fuertemente protegidos. Los enormes buques
acorazados de superficie
(el japonés Yamato fue el mayor de todos) poco pudieron hacer frente a los ataques de las
aeronaves, procedentes bien de bases situadas en tierra firme, bien de buques preparados al tal efecto: los
portaviones. En algunos escenarios como el del
Pacífico la guerra se decidió por la acción de los mismos. La destrucción de los que poseía la marina japonesa en las batallas de
Midway (1942) y
Golfo de Leyte (1943) inclinaron la balanza a favor de Estados Unidos.
En una fase avanzada de la contienda aparecieron nuevas armas. Fue el caso de las
bombas volantes V- y V-2, lanzadas por los alemanes sobre
Londres
desde el sur del canal de la Mancha. La capitulación de Japón se
produjo tras serle arrojados los ingenios más destructivos de cuantos
fueron empleados durante la contienda: las
bombas nucleares que arrasaron las ciudades de
Hiroshima y
Nagasaki.
La utilización de ingenios no estrictamente ofensivas como el
radar, que detectaba y controlaba la evolución de aviones o naves, o la
"Máquina Enigma", empleada por los alemanes para cifrar mensajes, da una idea de la
complejidad y
tecnificación alcanzados durante el conflicto.
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